Pasaron tan solo seis años y medio entre el primer y el segundo cáncer de mama de mi madre, pero el tratamiento fue completamente distinto. En ese lustro y poco habían cambiado los antitumorales, las pruebas diagnósticas y el seguimiento al paciente. Ahora hace ya 10 años, y seguro que habrán vuelto a ser alterados, personalizando el procedimiento gracias a los gigantescos avances en genética.
Ni nos damos cuenta, pero mucha de la práctica médica asociada al tumor más mediático tiene apenas unos años: el paclitaxel (comercializado como Taxol) que le salvó la vida a mi madre fue aislado en 1968 a partir de corteza de tejo, pero no fue hasta 1993 que pudo, por fin, comercializarse. Tan solo 10 años antes de su cáncer.
¿Podemos perder 10 años en investigación? ¿Podemos volver a niveles de principios de siglo? ¿Somos conscientes de lo que eso significa? En mi familia, para bien o para mal, sí que lo sabemos. Y es que gracias a la ciencia —básica y aplicada, puesto que son lo mismo— mi madre puede aún indignarse leyendo el periódico, viendo cómo un presidente desnortado tritura impunemente la ciencia española.
[Carta originalment apareguda a El País, 26/02/2013; ací hi ha una errata corregida. La incloc com una entrada al blog perquè m’ho han demanat -tema d’enllaços a AEDE- i perquè crec que hi encaixa ]
26/02/2014 a 09:42
Pues a ver como pagamos. Los investigadores buenos quieren cobrar, los que no son buenos van gratis a ver que sale. Mientras haya universidades endogamicas (el 98% según el CSIC) no haremos nada, da igual que se acabe la crisis y se les de dinero, el problema es más profundo; eso sin contar profesores que no van a clase, profesores que meten a sus hijos, profesores que no pagan a sus becarios, profesores que roban investigaciones, profesores que no publican, etc…
25/03/2014 a 19:42
Ya sabes quien es el nuevo DG.DE MEDIO NATURAL